El día 1 de Noviembre, en España y en muchos lugares del mundo, se rinde culto a los muertos, se celebra la tradición de honrar y recordar a los muertos. Los cementerios se llenan de flores y el aire se llena de olor a incienso.
No es imprescindible ir a misa ni tampoco comprar coronas de flores, ni siquiera encender una vela, lo único que hay que hacer es coger un respiro en medio de nuestra ajetreada vida "moderna" y mirar unos momentos hacia el pasado, hacia el lugar de donde venimos, pensar en nuestros padres, en nuestros abuelos, en nuestros familiares y amigos queridos que ya no están entre nosotros.
Coger una gran bocanada de aire, respirar hondo, cerrar los ojos y hacer un viaje hacia dentro, hacia nuestro interior, ser conscientes de nosotros mismos, de nuestra vida efímera y darnos cuenta de como es en verdad la realidad. Eso podríamos hacer hoy o cualquier otro día dirán algunos. Si, es verdad podría ser cualquier otro día pero se ve que cuando los humanos hacemos la misma cosa al mismo tiempo, como un todo unitario, como una misma persona, todo cobra un valor superior y a todos nos hace sentir más y nos hace sentir parte de una misma gran familia- la humanidad. Y el otoño también ayuda, con sus aromas, con sus colores, con la lluvia y la bajada de temperatura, con la inminente noche larga del invierno, que en nuestro subconsciente colectivo no es otra cosa que la muerte...
Esta bien dejarse llevar por la nostalgia, es como una terapia, pero no tenemos que temer a la muerte, es parte de nosotros, es parte de la vida, es la oscuridad que precede a la luz...
Lo que yo quiero hacer en este día es recordar todos aquellos momentos felices que he vivido junto con aquellas personas queridas que ya no están y recalcarlos para que no se pierda nunca de mi memoria y es que yo siempre he dicho que lo único que nos llevamos de esta vida son nuestros recuerdos...
¡Que en paz descansen!
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